Siempre escribo sobre mujeres y es porque pertenezco a ese género obviamente. Pero hoy escribo sobre el pensamiento masculino que es además de divertido muy básico y somos las mujeres quienes lo hacemos complejos.
Los tan queridos caballeros me han enseñado que cuando se trata de sexo no hay poder humano que los haga razonar, solo piensan de manera salvaje como saciar su necesidad. Me encantan esos hombres que llegan al mostrador de LSS y compran lencería para su pareja porque ellos para poder escoger una prenda solo tienen dos técnicas: la primera tocar la tela algunos prefieren las transparencias otros los encajes y la segunda, entre más puedan dejen a su imaginación siempre será
mejor.
El hombre que le gusta vestir a su amada con lencería es un hombre que disfruta de toda ella, tanto vestida como desnuda ese hombre que sabe lo que significa el deseo de tocar, de sentir, de oler de vivir el momento, y es aquí donde me gustaría que las mujeres que no les gusta coquetearle a su pareja con lo que ellos desean verlas pongan mucha atención porque siempre habrá “otra” que si quiera complacerlo.
A ellos les encanta fantasear, tienen su lado perverso que para mí es maravilloso. Los tres disfraces más cotizados son:
Colegiala: al parecer con este disfraz creo que tratan de llevar a cabo la fantasía de ser el hombre macho, que puede desbaratar a la “niña” en la cama.
Enfermera: creo que este disfraz es en donde ellos se pueden quedar tirados en cama para ser apapachados y devorados por la exquisita enfermera que trae la mitad de las tetas o las nalgas de fuera jajajajaja.
Sirvienta: aquí si es un macho alfa que desea ser limpiado de toda perversidad.
El caso es que mis letras hoy son para esos hombres que aun saben dar placer, que no solo piensan en el mete y saca para terminar, esos hombres que saben dónde tocar, donde jalar, donde morder y que si no lo saben preguntan qué es lo que te gusta….. Hombres que saben que para tener un orgasmo se necesita mucho más que una penetración, se necesita IMAGINACIÓN.
Atte: Patricia Montelongo M.
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